Partimos de Madrid el día 3 de Julio de 2014 destino a Guatemala ocho voluntarios del Centro Universitario La Salle de Aravaca. Tras largas horas de espera en el avión y algún contratiempo en los aeropuertos, conseguimos llegar a nuestro destino un día más tarde de lo planeado.
Hicimos una inesperada escala en San Salvador, donde pasamos la noche en el suelo del aeropuerto. Cada vez que había una mala noticia que comunicarnos, Iberia amablemente nos ofrecía algo con lo que llenar el estómago y acallar nuestras quejas.
A la llegada vinieron a recogernos dos representantes de Prodessa, Erwin y Diana, que nos llevaron a la sede. Nos sorprendió la peligrosidad de la capital, donde todos los coches tenían los cristales tintados por su seguridad. Al día siguiente tuvimos que ir a recoger nuestras maletas perdidas por Iberia, y, por fin, respiramos tranquilos.
Los días que pasamos en Prodessa nos sirvieron para ver el gran trabajo que se hace desde ahí impartiendo clases. Unas pocas tuvimos el placer de acompañarles en una visita de apoyo a los habitantes de La Puya, que se manifestaban pacíficamente por el cuidado de su terreno contra la explotación minera a la que han visto sometidas sus tierras sin conocimiento previo. Nos contaron su cruda realidad, pero, a pesar de ello, nos transmitieron la fuerza de su lucha y nosotros les mostramos nuestra solidaridad.
Tras dos días en la capital, pusimos rumbo a Chel, un viaje de 9 horas que hicimos en dos etapas. La primera, de 7 horas en carro (ranchera), desde Guatemala hasta Nebaj, donde hicimos noche en una asociación amiga de Prodessa. Una noche que nunca olvidaremos, pues nos vimos sorprendidos por un movimiento sísmico de un minuto, aunque no fue lo suficientemente fuerte como para sacarnos de la cama. La segunda etapa del viaje, desde Nebaj hasta Chel, duró 4 horas, la mitad por caminos de tierra. A un cierto punto, nos sorprendió un derrumbe causado por el terremoto que nos hizo esperar un rato hasta que lograron abrir un paso.
Llegados a Chel, por fin pudimos deshacer las maletas e instalarnos en “El Hotel”, donde nos brindan habitación y comida para estos días. Una vez instalados dimos una vuelta de reconocimiento al pueblo. No pasamos desapercibidos entre la gente del lugar, que nos saluda amablemente. Los más pequeños son los más graciosos, que nos saludan con gran alboroto entre risas y al grito de “gringos”.
Todas las mujeres de la zona visten con su traje regional, desde las más mayores hasta las más pequeñas. En la escuela hay cuatro profesores y una voluntaria chilena, Macarena; dan tres cursos, 1º y 2º de básico y bachillerato. Las clases que se imparten son para diversas edades, que se dan en la última semana del mes.
Estamos en un paraje misterioso, entre montañas cubiertas por una espesa arboleda. Llegamos hace tres días a la comunidad donde hemos emprendido el proyecto, llevamos dos días trabajando en la escuela. Son todos muy agradecidos, más de lo que estamos acostumbrados.